…Hoang:
Escucha…
¿En qué otro mundo de cerezas raras
oí tu voz? ¿En qué planeta lento
de bronces y de nieve, vi tus ojos
hace un millón de siglos? ¿Dónde estabas?
Fuiste agua hace mil años.
Yo era raíz de rosa, y me regabas…
Fuiste campana de Pagoda, yo era
nervio del ojo que miró a tu bronce.
Nos hemos perseguido
alma con alma, atravesando cuerpos
peregrinos de venas y latidos,
por pieles de animales, por estambres,
escamas, esqueletos cortezas;
por mil cuerpos y sangres diferentes,
alma con alma, cincelando torres
de espíritu con lágrima y sonrisa…
…Hoang:
Tú fuiste, Cui-Ping-Sing, todo lo claro,
el cisne o la ceniza.
Yo fui todo lo oscuro,
la raíz, la tortuga.
Tus pechos
son dos nidos calientes,
tejidos en la rama de un almendro…
Ahora soy muy mayor, pero desde muy joven estuve enamorado del poema Cui Ping Sing.
Y tuve mi Cui Ping Sing, durante 60 años casado, hasta que me la arrebató el destino, la furia ¿Dios?
Y desde entonces morí con ella a la espera de nuevo, si es que eso existe.
Escribo esto, no sé, para desahogarme, ahora que estoy solo. Ni sé si esto lo leerá alguien.
Muchas gracias Luis por compartir sus pensamientos.