El secreto del aire se cifra en la cal enlucida del muro. Piedra sobre piedra, en el muro reconoces la luz del día, el agua de la lluvia, la sombra vertical de los veranos. Tu nombre, escrito desde hace años sobre el muro, se agrieta por momentos y tiende a desaparecer. Deletreo no obstante el sosegado aliento de sus sílabas que apenas si pueden ser leídas y pienso -razón de tu memoria- cómo colmar este paisaje que en lo blanco se cumple, con qué crear de nuevo la vida que le falta…
Un pájaro humilde y silencioso anida más arriba, bajo el alero.