No me pidas falsas
colaboraciones, juegos
del equívoco y la confusión:
pídeme que a mi ser
lo lleve hasta su sol sangrando.
No me pidas firmas,
fotos, créditos para un abominable
desarrollo de la doblez: pídeme
que estemos como hermanos
abriéndonos el corazón hasta la muerte.
No halagues mi vanidad, busca mi fuerza,
que es la tuya. No quieras, con tu delicadeza,
que me traicione. No simules
que vas a creer en mi simulación.
No hagamos otros mundo de mentiras.
Vamos a hacer un mundo de verdad, con la verdad partida
como un pan terrible para todos.
Es lo que yo siento que cada día me exige, implacablemente,
la Revolución.