No pertenezco al coro
de voces acostumbradas a su propio tamaño
Cada minuto me destruyo y renazco
entre coléricas pavesas.
He asesinado mis antiguos fantasmas
para que nada permanezca en mi, sumiso o blando.
No detendré mi búsqueda junto al umbral de los espejos
que devuelven los rostros exactos.
Levantaré mi corazón contra la muerte
como un reo confeso
con el ojo apagado lleno de implacables preguntas.