He ido desenterrando
todos mis muertos: sombras
compañeras, latidos
sin música, corona
de manos y de lágrimas
lloviendo en la memoria.
He ido desenterrando
mis muertos y mis horas…
(y sus horas), mis muertos
y sus glorias… (mis glorias).
Dolían en lo hondo
de mi tierra: sus sombras
velaban a la vida
la cara luminosa.
Quedar sin ellos era
quedar sin mí. ¿No lloran
por mí? ¡Tanto he llorado
yo, por ellos, a solas!
¿Lloran por mí? ¿De su
paraíso me arrojan
con espada de fuego?
¿Qué serán ahora: rosas
pisoteadas, zumbido
de alas de llama, motas
de polvo gris, simiente
sobre la piedra? ¿Lloran
porque han visto la cera
en mis alas de alondra?
Dejé sus pobres huesos
a la luz de la aurora.
Me sentí libre y triste.
Miré la tierra, hermosa
como la primavera,
joven como una novia.
Tierra muda, dispuesta
a cavar mi fosa.