Si antes de amar el hombre
supiera, que amar es sólo
un instante de servidumbre
a un cuerpo y un deseo,
quizá, en su inútil querer,
aprendería, que es mejor estar solo.
Pero el hombre, ser desdichado,
vive de amor, y pide verlo,
aun desde el pozo del infierno
pues es más difícil rescatarlo,
y, por más difícil, vale más:
por más inútil, y más bello.
Así, rescato hoy nuestros días
de las cenizas de los sueños
con la certeza de verlos aún vivos
en el umbral de su recuerdo,
tal poema que cante y sueñe:
aquel amor que fue un día.