Notice: Function _load_textdomain_just_in_time was called incorrectly. Translation loading for the wordpress-seo domain was triggered too early. This is usually an indicator for some code in the plugin or theme running too early. Translations should be loaded at the init action or later. Please see Debugging in WordPress for more information. (This message was added in version 6.7.0.) in /home/poema/public_html/wp-includes/functions.php on line 6114

Notice: La función _load_textdomain_just_in_time ha sido llamada de forma incorrecta. La carga de la traducción para el dominio inspiro se activó demasiado pronto. Esto suele ser un indicador de que algún código del plugin o tema se ejecuta demasiado pronto. Las traducciones deberían cargarse en la acción init o más tarde. Por favor, ve depuración en WordPress para más información. (Este mensaje fue añadido en la versión 6.7.0). in /home/poema/public_html/wp-includes/functions.php on line 6114
Mientras muere la dicha - Olga Orozco

Mientras muere la dicha

He visto a la dicha perderse gritando por un umbrío y
    solitario bosque,
donde el último día pasaba, silencioso,
olvidando a los hombres como a gastadas hojas que
    una lenta estación sostiene todavía.

Nunca más, desdeñosa entre las tardes, su máscra
    dorada,
las luminosas manos conduciendo los sueños a un
    sediento vivir,
el fugitivo manto,
su reflejo engañoso entre la hiedra que los recuerdos
    guardan como un reino perdido.

¡Oh doliente descanso de la tierra!
Alguien espera aún junto al río indeciso que la sangre
    contiene:
el que en su oscuridad golpea vanamente las paredes,
persiguiendo una sombra más alta que sus noches,
y al amanecer mira apenas la terca ceniza y alguna
    flor marchita sobre el pecho;
y más allá los otros,
los que buscan ese rincón del aire preparado a su forma
como un cuerpo anterior que en remotas edades 
    habitaron.

Ellos quieren asir una huella en el polvo,
detener en la luz sus pobres paraísos hechos de lentos,
    trabajosos dones,
pero basta ese soplo,
que apenas si estremece las oscilantes ramas,
para trocar la paz por una muerte,
por lánguida costumbre los deseos.

Porque indefensos viven los hombres en la dicha
y solamente entonces, mientras muere a lo lejos su vana
    melodía,
recobran nuestros rostros una aureola invencible.

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