Control de la natalidad

Te dijo que me suben unas ganas de acostarme contigo;
por eso me llego con Strindberg
hasta la tienda de la niña sofi, bebo algunas cervezas y
me olvido de todo;
un hijo más acabaría con nosotros, te lo aseguro;
me quedo en la mesa de siempre pensando en el poema
que escribiré o en el dinero
que hace falta.
Hoy vino un viejo pidió cerveza con jamón, me puso
en la nariz un rollo de billetes
y terminó puteando comunistas.
Siempre ocurre lo mismo. Entonces ojeo mi Strindberg
y disimulo no mirar ni pensar nada o en nadie. Pago
las cuatro o seis cervezas,
afuera hace una noche linda.
En casa me esperan los viejos libros, y tú entre las
sábanas más dormida
que nunca. Un hijo más acabaría con nosotros, te lo
aseguro.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *