Cármides (VII)

En este suelo, diseminados. Arriba,
cuanto hiela. Abajo, cuanto arde y crepita.
Sopla un juicio confuso,
que no distingue culpables
de inocentes.
Un insecto
empuja una bola de barro;
un niño delira por la fiebre
y ve lo que mañana
será su demencia o su arte.
Agua viscosa dentro de un cráneo.
Y en alguna parte,
lo obviado, escarnecido,
para tantos, sucio, impío,
incapaz de dormir, de despertar,
vientre que ningún animal husmea,
espalda que se apoya contra muros
que apenas dan reparo
a hierbas duras, sin flores ni perfumes.
Adonde desde siempre me dirijo.

(22 al 25 de noviembre de 2002)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *