Bifurcaciones en busca de espacio

Del castillo feudal y sus zozobras,
hago arpa, laúd y guitarra,
y subo a la torre
en el puente levadizo
de tu bellísimo vientre.

Describo tus ojos,
el arco de tus cejas.
Toco tu mirada,
presiento tu boca,
y tu sonrisa estalla
en mis brazos,
sobre tu talle estrecho.

¿Hay mayor placer
que una caricia
de tus dedos largos
en la embriaguez
de mi jardín alborozado?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *