Lamento

¡Seguid, seguid ese camino,
hermanos;
y a mí dejadme aquí
gritando!
¡Dejadme aquí! Sobre esta tierra seca,
mordido por el viento áspero
-campanario de Dios
frente al derrumbe rojo del ocaso-.
¡Dejadme aquí! Quiero gritar,
tan hondo en el dolor, tan alto,
que mi voz no se oiga sino lejos, muy lejos,
¡Dejadme aquí! Dejadme aquí,
gritando?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *