Lavadero viejo

    Cóncavas piedras vienen a recibir mi hato 
con un frescor que acepta mi mano en su recinto. 
Guardo turno en el húmedo corredor subterráneo: 
doy paso a las rameras y al ajuar de los muertos. 
Públicamente expongo al agua mis razones. 
Su corriente no sabe más pasión que el olvido.

                                

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *