La muerte del tirano

Herido está de muerte, vacilante
Y con el paso torpe y mal seguro
Apoyo busca en el cercano muro
Pero antes se desploma palpitante.

El que en rico palacio deslumbrante
Manchó el ambiente con su aliento impuro,
De ajeno hogar en el recinto oscuro
La negra eternidad mira delante.

Se extiende sin calor la corrompida
Y negra sangre que en el seno vierte 
de sus cárdenos labios la ancha herida,

y el mundo dice al contemplarte inerte:
&quotEscarnio a la virtud era su vida:
vindicta del derecho fue su muerte’.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *