Poema que Wallada hizo bordar en oro sobre su vestido

Yo ¡por Dios! merezco la grandeza
y sigo orgulosa mi camino.
Doy gustosa mi mejilla a mi enamorado
y doy mis besos a quien los quiera.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *